Había una vez en un reino muy
lejano, hace muchos años, un viejo carpintero que en sus horas libres enseñaba
a sus jóvenes aprendices.
A lo largo del tiempo, nos han
llegado retazos de sus enseñanzas y hoy podemos compartir dos de ellas.
La primera era cuando enseñaba la
importancia del tiempo.
El contaba que para hacer cajones de manzanas alcanzaba
con la madera del álamo, cuyo periodo de crecimiento es inferior a los 2 años,
mientras que para hacer algunos muebles alcanzaba con el pino, cuyo periodo de
crecimiento es de alrededor de 30 años. Y ponía especial énfasis en hablar de
los muebles finos y de estilo que requerían maderas muy buenas, donde ponía como
ejemplo al roble que tiene un periodo de crecimiento de unos 70 años.
La otra enseñanza que ha llegado
hasta nuestros días, es la de trabajar en etapas. El decía que el trabajo
comienza en la necesidad, continúa en la cabeza, se perfecciona en el papel y
culmina en la madera.
Con el fin de no arruinar la
madera, la primera etapa consiste en definir con toda claridad, cuál es la
necesidad a cubrir.
La segunda etapa consiste en
pensar cuál es el modelo, estilo, medidas y formas que va a tomar nuestro
proyecto.
La tercera etapa consiste en
hacer múltiples bocetos en papel con diferentes modelos y medidas del proyecto
terminado.
Y solamente una vez que este muy
clara la planificación, se accede a la madera, sabiendo muy bien lo que se va a
hacer.
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