Antes del
principio, el Creador de todas las cosas, el Hacedor-Arquitecto, el Dios de la
Vida, decidió expandirse más allá de sí mismo para hacerse más sabio y más
bello; fue entonces cuando emprendió la tarea de crear todo lo conocido y todo
lo que aún no conocemos.
Y así fue que
estiró su mano hacia el SUR, que es la dirección que marca el crecimiento y la
fructificación, y de allí tomó AGUA y dijo: -"este es el elemento del que
surge la vida, que lava y refresca, que hace crecer y da vitalidad; es el
elemento que contiene las formas bellas, la emociones y los
sentimientos..." Y asoció el Agua con lo femenino.
Luego estiró
su mano hacia el NORTE, dirección de la renovación, del conocimiento y la
sabiduría, tomó AIRE y dijo: -"este es el elemento del aliento, de la
palabra y de la música, de la luz, el color y el perfume; es el elemento que
contiene los pensamientos, las ideas y la creatividad; en él está la fuerza de
la razón..." Y asoció el Aire con lo masculino.
Más tarde tendió
su mano hacia el ESTE, dirección de lo nuevo, de los comienzos, del nacimiento,
y de allí tomo FUEGO y dijo:- "este es el elemento de la iluminación y el
esclarecimiento, de la purificación y de la fuerza de la vida, de la salud; él
es el que contiene el poder de la fuerza espiritual, es la energía, la pasión y
la acción..." Y vio que el Fuego también era masculino.
Por último,
Dios llevó su mano hacia el OESTE, que es la dirección de la madurez, de la
cosecha y de las recompensas, y de allí tomó TIERRA y dijo:- "este es el
elemento de lo interior, de lo misterioso y lo secreto, de lo que muere para
nacer; en ella las formas se han hecho materia, y contiene en sí la belleza del
cambio y de lo dinámico como parte de la vida..." Y vio que esto también
era femenino.
Luego el Gran
Hacedor, con los cuatro elementos en las manos, comenzó a combinarlos creando
así todo lo que existe y en orden de importancia, primero las formas más
simples y creciendo así hacia lo más complejo. Y una vez concluida la creación,
la puso en movimiento y comenzó a evolucionar, a crecer... y cosas nuevas
surgieron de la creación, porque esta tenía vida, y Dios fue feliz porque con
cada movimiento nuevo de la creación él mismo se renovaba, puesto que él es la
creación.
Fue entonces
que decidió hacer una especie consciente de sí misma y con la capacidad de
colaborar con la Gran Obra Creativa del Universo. Se trataba del Ser Humano.
Así probó
hacerlo con dos de los elementos, tierra y agua, amasando el barro con el que
les diera forma; estos primeros seres eran torpes, sin vitalidad, inertes. Por
ello es que decidió incorporar un tercer elemento que les diera el espíritu de
la vida, el fuego.
Pero estos
seres también estaban incompletos, no podían crecer ni reconocer en ellos al
Creador, por lo que no comprendían para qué habían sido creados, carecían de
alma. Así es que incorporó un cuarto elemento a la creación, el aire.
La creación
más sentida hasta ese momento había sido el maíz, el alimento de los dioses. Y
amó al ser humano como al maíz, el hombre fue como la carne del maíz. Y al
soplar sobre él, el ser humano se esparció por la tierra, como granos de maíz
volando al viento.
Repartió sus
semillas por las cuatro direcciones de la Tierra: los granos blancos cayeron en
las regiones frías del Norte dando lugar a los pueblos de piel blanca; los
granos de mazorca oscura volaron hacia el Sur haciendo brotar a los pueblos de
piel negra; los que volaron hacia el sol naciente, hacia el Este, fueron los
granos más soleados, los más amarillos, nacieron entonces los pueblos
orientales; mientras que los maduros granos rojos fueron hacia el Oeste, hacia
América donde nacieron todas las Naciones Indígenas.
Dios habla en
lo dinámico, en el cambio, así las cuatro grandes naciones-madre con sus modos
diversos de relacionarse con la Tierra, cada cual con su propia cultura,
comenzaron a caminar la Tierra, a encontrarse, y a mezclarse, a crear nuevos
colores con los que pintar el Mundo.
De las cuatro
direcciones de donde Dios extrajo los elementos primordiales, de los cuatro
puntos cardinales, de esa unión, surgió la más sublime y hermosa de las
combinaciones: el Espíritu Humano.
Pero los
primeros hombres que poseyeron ese espíritu humano se creyeron superiores,
creciendo dentro suyo un orgullo desmedido, sintieron que podían dominar la
tierra, no solo vivir de ella, sabiendo lo perfecto de la creación, olvidaron
la humildad y el respeto con que hay que tratarla, y entonces fueron, egoístas
y crueles, dando mal uso a los poderes de la Naturaleza y dejando de escuchar
la voz de ella, pues se sentían más importantes que ella, y al instalarse en
ciudades y dejar de buscar nuevos caminos dejaron también de escuchar a Dios.
Entonces Dios
vio que el ser humano aún no estaba preparado para tener un espíritu tan noble,
pero como también lo amaba puesto que era la parte más hermosa de toda la
creación, estableció una dificultad para que sólo aquellos que la resolvieran
tuvieran acceso al espíritu y así pudiesen llegar hasta él, hasta Dios.
El Señor de
la Creación se metió dentro del espíritu humano y se escondió en lo más
profundo de cada ser, de cada hombre y cada mujer. Pero cuando los seres
humanos intentaban encontrar su espíritu en lo interior (rezando o meditando)
Dios mismo desde el fondo les susurraba sus propios errores para que no
volvieran a cometerlos; entonces los seres humanos sentían mucha vergüenza y
tenían miedo de Dios. Por eso es que nos cuesta tanto la soledad y el silencio
interior.
Fue así que
Dios, que no quería que le tuvieran miedo sino que lo amaran porque él mismo
los amaba, dio una pista para resolver la dificultad del espíritu, y dijo:
-"Que cada ser humano busque dentro suyo los elementos con los que fue
creado, que sepa qué tiene de agua, qué tienen de aire, qué de fuego y qué de
tierra, que distinga lo que hay de femenino y lo que hay de masculino en su
propio ser. Si sigue con respeto los pasos de la creación, entonces encontrará
su espíritu y así llegará hasta mí..."
Y dijo
además: -"Cuando todos los seres humanos encuentren dentro suyo los cuatro
elementos primordiales, serán verdaderos guerreros, nobles y puros, y toda la
creación estará en armonía, y ellos podrán colaborar con la creación en lugar
de destruirla..."